Por: José Antonio Martínez Gutiérrez.
Se agudiza como tema de rigor entre los maestros la evaluación universal. Según el acuerdo una vez evaluados los docentes, se podrá contar con evidencias para:
…proporcionarles un diagnóstico integral de sus competencias profesionales, así como del logro educativo de sus alumnos, para focalizar los trayectos de formación continua en las áreas de oportunidad que se detecten con base en sus resultados.
…servirá para orientar y afianzar la calidad y pertinencia, tanto de la oferta tanto de la oferta de los programas académicos de educación básica y normal, como del diseño y desarrollo de políticas educativas para que tengan el efecto deseable en el aprendizaje de los alumnos y en la calidad del sistema educativo.
Sobre la base de éstos dos objetivos el asunto parece tener buenas intenciones pues la formación continua de los docentes debe caminar a la par de sus necesidades propias de la actividad docente, sin embargo, el punto que no a todos les ha simpatizado y que causa ámpula es la publicación de resultados , ¿las razones?, muchos interpretan que los resultados serán la herramienta madre para evidenciar que el sistema educativo está en condiciones lamentables debido a que el magisterio tiene una formación deficiente. Nada de nuevo bajo el sol, las lecturas sociales generalmente desparraman por el lado más obvio: El del maestro.
¿Qué esperamos cuando la SEP publique los resultados de la evaluación universal y, que los tales no son nada alentadores? Pues una buena escalada de críticas sociales que abonará con mayor riqueza el deterioro franco de la figura docente.
Y ante el escenario próximo que se configura entorno a la evaluación universal de los maestros, he aquí una breves reflexiones:
-Se dice que los resultados no tendrán incidencia alguna en lo laboral. Particularmente tengo mis dudas, si bien el asunto se maneja sobre la base de los propósitos anteriores, no se puede jugar a las escondidillas y engrosar las estadísticas negativas que la SEP tendrá como anotaciones a su favor frente a la “ignominia” magisterial.
-Que la evaluación universal pese al rechazo de un buen sector magisterial, es una realidad ya pactada entre el concubinato SEP – SNTE y no hay marcha atrás.
-Mucho dudo que los resultados vayan a traer justicia a la formación continua del magisterio. El sistema educativo no cuenta con los mecanismos y los insumos necesarios para proveer formación de calidad a sus docentes: Ni en lo humano, ni en lo material, ni en lo institucional.
-Que la cultura de la evaluación debe salpicar a quienes acupan los altos mandos de la misma Secretaría de Educación. Urge que personas idoneas y con buen perfil encabecen los puestos claves de tan importante institución. Lastimosamente quienes ocupan éstas responsabilidades son producto del compadrazgo propio de la política del sexenio presidencial ó, en el peor de los casos producto de la negociación de la poderosa Maestra Elba Esther Gordillo Morales como moneda de cambio por sus servicios electorales: Véase Fernando Gonzalez Sánchez actual Subsecretario de Educación Básica, esposo de Monica Arriola hija de la lideresa, osea, su yerno.
Por último, soy de los que cree y está convencido de que el magisterio necesita ser escuchado cuando expresa sus requerimientos de crecimiento profesional, sin embargo, mucho me temo que la evaluación universal no sólo acalla nuestra voz, -y como consecuencia nuestras necesidades-, sino que amenaza con postergar más aún nuestro silencio en la frivolidad estadística de sus resultados.
¡Al tiempo profesores!